Introducción a los filósofos cínicos: La escuela cínica.  

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Los tiempos del surgimiento de los cínicos, en torno al siglo IV a.C., corresponden a una época de desnaturalización de la relaciones sociales (en la que también crecieron los sofistas), y frente a esta insatisfacción de los convencionalismos de la ciudad-estado los cínicos propugnan la vuelta a la naturaleza ejerciendo una suerte de contracultura que reniega de cualquier creación humana por considerarla alienante. Son, pues, apolíticos y consideran al estado como agresor, ya que se sustenta a base de imponer violentamente sus criterios sobre los individuos particulares.
Sócrates es el eje fundamental del pensamiento moral griego y aunque de él derivan varias líneas de pensamiento muy reconocidas (Platón o Aristóteles), también es una parte decisiva de la fundamentación de la escuela cínica. Comparte con ellos la crítica al sistema de valores tradicional y la necesidad de la virtud. La diferencia está en que los cínicos llegan a la virtud por el camino inverso a Sócrates (que postulaba que el hombre sabio no hace el mal), mediante el ejercicio de la virtud que es la que nos hace sabios y ésta sabiduría práctica se adquiere por el ejercicio continuado de la propia virtud. A medida que nos desligamos de las cadenas de la opinión, la riqueza, el placer,… se libera en nosotros la recta razón que aquéllas mantenían muda y prisionera. De esta manera la “ética”, que es la única disciplina que trata de la vida feliz, es el objetivo y por lo tanto el resto de los saberes no son necesarios. Lo fundamental no es saber mucho, es saber vivir. La autarquía, en cuanto a ideal de gobierno de sí mismo (y por lo tanto no alienado por las creaciones culturales), se constituye como meta e incluso algo deplorable como la esclavitud puede tener su lado positivo al servir como ejercicio para llegar a ésta.
Entre los elementos de los que reniegan se incluye el dinero, al que Diógenes llama “ciudadela de todos los vicios”; los cultos, (Antístenes irónicamente anima al suicidio inmediato para no perder el disfrute de las maravillas de la “otra vida”); reniegan de la nobleza, “La única nobleza es la que otorga la virtud” según dice Diógenes; reniegan del mundo de las ideas, porque sólo conciben el hecho en concreto; o reniegan de la escritura, ya que ellos mismos son el “mensaje viviente”.

Este artículo fue publicado el 14 noviembre 2009 y está archivado en las secciones . Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través del comments feed .

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