“La misión del llamado intelectual es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la realidad del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responde, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías. Cuando alguien nos pregunta qué somos en política o, anticipándose con la insolencia que pertenece al estilo de nuestro tiempo, nos adscribe a una, en vez de responder, debemos preguntar al impertinente qué piensa él que es el hombre y la naturaleza y la historia, qué es la sociedad y el individuo, la colectividad, el Estado, el uso, el derecho. La política se apresura a apagar las luces para que todos estos gatos resulten pardos. Es preciso que el pensamiento europeo proporcione sobre estos temas nueva claridad.”
Ortega y Gasset. "La rebelión de las masas",1937
Ortega y Gasset. "La rebelión de las masas",1937
Este artículo fue publicado
el 17 noviembre 2009
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