El pensamiento de Antístenes ha llegado hasta nosotros muy fragmentado. El problema ya parte desde la raíz porque el ideal cínico de predicar sus doctrinas con el ejemplo en lugar de con los textos frenó la difusión de sus ideas. Además de eso las controversias con otros autores contemporáneos, que sí pusieron empeño en recopilar los trabajos de otros pensadores como Platón, no ayudaron a estimular que nos llegase una estructura suficientemente amplia y sistematizada como para poder comprender con profundidad el pensamiento de Antístenes. Aún así, y siguiendo a Diógenes Laercio, nos llegan referencias de que Antístenes escribió ampliamente sobre algunos temas.
Sócrates es el origen de varias corrientes de pensamiento y también lo es para Antístenes. Toma de él la idea de la virtud aunque, como está citado en la entrada sobre los rasgos fundamentales de los cínicos, lo hace por el camino inverso. La virtud puede ser enseñada, es cuestión de obras y apenas necesita de palabras, una vez adquirida no se puede perder, además es suficiente para conseguir la felicidad. El sabio es autosuficiente pues posee todos los bienes de los demás hombres. No debe de vivir bajo las leyes establecidas sino bajo la ley de la virtud. Además, el sabio, tomará mujer con el fin de engendrar hijos, uniéndose para ello a las mujeres más bellas, y las amará apasionadamente, pues sólo el sabio conoce cuáles merecen ser amadas.
Siguiendo con la virtud señala al esfuerzo como un bien. Se basaba en el ejemplo griego, la vida de Hércules, y en el ejemplo bárbaro, la vida de Ciro. Así pues Antístenes estaba más apegado a hacer las cosas por deber antes que por placer. Representativo es que legitimaba el apetito sexual tanto como el comer, pero sostenía que era mejor satisfacerlo sin placer porque este placer es dañino. El placer que elogiaba era el del duro trabajo porque el esfuerzo es un bien. Para esto se basaba en el ejemplo griego, la vida de Hércules, y en el ejemplo bárbaro, la vida de Ciro.
Este ideal ascético buscaba eliminar el máximo de elementos ajenos a lo estrictamente necesario para llegar a la autarquía (gobierno de sí mismo) y por eso decía que la felicidad no consiste en tener muchas posesiones sino en perder el deseo de ellas. Predicaba que se debe de comer y beber lo justo para satisfacer el hambre y la sed; otro ejemplo fue cuando un amigo se lamentaba de haber perdido sus escritos, le replicó: “Deberías haberlos guardado en tu mente y no en un papel”. El papel es un elemento enajenador, cuando los libros están en la memoria pasan a formar parte de nosotros y es cuando dejan de ser elementos alienados.
En su percepción de la realidad niega los universales porque arrebatan la especifidad a las cosas y consecuentemente niega también la predicación lógica, que es el fundamento de todas las ciencias. Es decir, admite los juicios de identidad (del tipo A es A) pero rechaza los de atribución (A es B) ya que una cosa sería y no sería a la vez. Desde esta base define el discurso de la siguiente manera: “El discurso (Lógos) muestra lo que la cosa era o es”. Y en el Crátilo está citado sobre él, “El que conoce el nombre conoce la cosa”.
Sócrates es el origen de varias corrientes de pensamiento y también lo es para Antístenes. Toma de él la idea de la virtud aunque, como está citado en la entrada sobre los rasgos fundamentales de los cínicos, lo hace por el camino inverso. La virtud puede ser enseñada, es cuestión de obras y apenas necesita de palabras, una vez adquirida no se puede perder, además es suficiente para conseguir la felicidad. El sabio es autosuficiente pues posee todos los bienes de los demás hombres. No debe de vivir bajo las leyes establecidas sino bajo la ley de la virtud. Además, el sabio, tomará mujer con el fin de engendrar hijos, uniéndose para ello a las mujeres más bellas, y las amará apasionadamente, pues sólo el sabio conoce cuáles merecen ser amadas.
Siguiendo con la virtud señala al esfuerzo como un bien. Se basaba en el ejemplo griego, la vida de Hércules, y en el ejemplo bárbaro, la vida de Ciro. Así pues Antístenes estaba más apegado a hacer las cosas por deber antes que por placer. Representativo es que legitimaba el apetito sexual tanto como el comer, pero sostenía que era mejor satisfacerlo sin placer porque este placer es dañino. El placer que elogiaba era el del duro trabajo porque el esfuerzo es un bien. Para esto se basaba en el ejemplo griego, la vida de Hércules, y en el ejemplo bárbaro, la vida de Ciro.
Este ideal ascético buscaba eliminar el máximo de elementos ajenos a lo estrictamente necesario para llegar a la autarquía (gobierno de sí mismo) y por eso decía que la felicidad no consiste en tener muchas posesiones sino en perder el deseo de ellas. Predicaba que se debe de comer y beber lo justo para satisfacer el hambre y la sed; otro ejemplo fue cuando un amigo se lamentaba de haber perdido sus escritos, le replicó: “Deberías haberlos guardado en tu mente y no en un papel”. El papel es un elemento enajenador, cuando los libros están en la memoria pasan a formar parte de nosotros y es cuando dejan de ser elementos alienados.
En su percepción de la realidad niega los universales porque arrebatan la especifidad a las cosas y consecuentemente niega también la predicación lógica, que es el fundamento de todas las ciencias. Es decir, admite los juicios de identidad (del tipo A es A) pero rechaza los de atribución (A es B) ya que una cosa sería y no sería a la vez. Desde esta base define el discurso de la siguiente manera: “El discurso (Lógos) muestra lo que la cosa era o es”. Y en el Crátilo está citado sobre él, “El que conoce el nombre conoce la cosa”.
Este artículo fue publicado
el 19 enero 2010
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