La filosofía estoica es un bloque con tres aspectos dependientes entre sí, la física, la lógica y la moral. El eudemonismo es su objetivo principal. Retornan a Sócrates pero para llegar por el camino inverso. Es decir, no buscan vivir para saber, sino saber para vivir. Marco Aurelio dice que si hay razón en una parte del universo todo él debe de ser racional, ya que un solo foco de irracionalidad impediría que existiese la razón. De esta manera el conocimiento parte de la premisa de que el mundo es racional y como nosotros también lo somos tenemos la posibilidad de conocer el mundo. Aquí llegamos al tema de la libertad en el que Epicteto nos señala que es el sabio el que puede ser libre, ya que el vicioso es esclavo de sus pasiones. Reintegrarse a la armonía con la naturaleza o la razón en el universo significa acomodar lo individual a lo universal. De otra manera nosotros estaríamos “divididos” como dice Zenón, ya que querríamos cosas incompatibles entre sí.
El ideal estoico consiste en la apatheia, o ausencia de pasión. Si las cosas exteriores nos turban o nos alegran es porque estamos ligados a ellas lo que nos aleja de la vuelta a la naturaleza y obliga a hacer depender nuestro destino de elementos externos a nosotros. El dolor es subjetivo ya que depende del estado de ánimo, por lo tanto somos nosotros los que permitimos que aparezca como mal ya que lo hacemos malo con nuestra opinión. El mal no es el acontecimiento exterior, sino el temor a que se produzca porque implica turbación del ánimo. Nuestro interés es ver objetivamente las cosas desprovistas de pasión, haciéndolas bajar de su pedestal de deseo podemos tratarlas como verdaderamente son. Así para Marco Aurelio el sexo no era más que una “emisión de moco acompañada de una convulsión”, o la pasión gastronómica algo que suele incluir cadáveres de animales.
Para Epicteto se encuentra en nuestra propia naturaleza el morir, puesto que es consustancial a los seres finitos y, como Boecio dice, las desdichas personales no significan nada respecto al excelso orden universal. Por lo tanto un buen estoico intenta buscar un camino racional que le permita al hombre, a cualquiera y en cualquier circunstancia, superar el obstáculo de la muerte para conseguir la salvación individual que también es acorde con la unidad racional del universo. Busca superar el temor a la muerte haciendo que nuestros intereses sean cada vez más impersonales hasta que, poco a poco, las paredes del yo se retiren y se fundan con la vida universal. El egoísmo se sublima al identificar la voluntad personal con la voluntad universal. Cada uno de nosotros dejamos de ser el centro del mundo para nosotros mismos, ya que como dice Marco Aurelio, me vaya bien o me vaya mal el mundo seguirá siendo el mismo. También así el bien personal no está reñido con el bien general pues todos se unen en un mismo orden. Para poder identificar el bien los estoicos recurren a la teoría de las prenociones, que son categorías morales independientes de la experiencia. Es debido a ellas que espontáneamente podemos distinguir el bien y el mal. El mal debe de darse para que haya el bien ya que las cosas son inteligibles en función del contrario, así el mal deja de carecer de sentido para conseguir un estatus de ilustración.
La virtud se constituye como el único bien y el vicio como el único mal, el resto pasa a ser indiferente. Esto es porque el bien moral es el único que lo es en sí y no depende de otros, no es condicionado como el resto. Una vez que no dependemos de elementos externos el bien se muestra como una disposición, y no está ligado a las cosas como si se tratase de un premio.
Dividieron las virtudes en cuatro: Prudencia, justicia, valor y templanza. Enunciaron que la virtud llama a la virtud, y el vicio al vicio. De forma que si, por ejemplo, alguien es justo deberá de ser valiente para ejercer la justicia y templado para mantenerse en ella, con lo que también será prudente. Además establecen que generalmente la virtud se debe de ejercer con los demás como recalca Marco Aurelio que dice que no habrá acción virtuosa que no tenga en cuenta a los demás.
Como sistema el estoicismo tiene paradojas no superadas que sólo termina resolviendo mediante el dogmatismo, como la que surge en la identificación entre voluntad y juicio recto, llevándonos a tener que admitir que el sabio no podría ser virtuoso. Por ejemplo, no tendría el sabio que ser valiente ya que para vencer el temor a la muerte su juicio recto le abriría el camino sin obstáculos.
Nota: La foto de la entrada corresponde al emperador Marco Aurelio.
El ideal estoico consiste en la apatheia, o ausencia de pasión. Si las cosas exteriores nos turban o nos alegran es porque estamos ligados a ellas lo que nos aleja de la vuelta a la naturaleza y obliga a hacer depender nuestro destino de elementos externos a nosotros. El dolor es subjetivo ya que depende del estado de ánimo, por lo tanto somos nosotros los que permitimos que aparezca como mal ya que lo hacemos malo con nuestra opinión. El mal no es el acontecimiento exterior, sino el temor a que se produzca porque implica turbación del ánimo. Nuestro interés es ver objetivamente las cosas desprovistas de pasión, haciéndolas bajar de su pedestal de deseo podemos tratarlas como verdaderamente son. Así para Marco Aurelio el sexo no era más que una “emisión de moco acompañada de una convulsión”, o la pasión gastronómica algo que suele incluir cadáveres de animales.
Para Epicteto se encuentra en nuestra propia naturaleza el morir, puesto que es consustancial a los seres finitos y, como Boecio dice, las desdichas personales no significan nada respecto al excelso orden universal. Por lo tanto un buen estoico intenta buscar un camino racional que le permita al hombre, a cualquiera y en cualquier circunstancia, superar el obstáculo de la muerte para conseguir la salvación individual que también es acorde con la unidad racional del universo. Busca superar el temor a la muerte haciendo que nuestros intereses sean cada vez más impersonales hasta que, poco a poco, las paredes del yo se retiren y se fundan con la vida universal. El egoísmo se sublima al identificar la voluntad personal con la voluntad universal. Cada uno de nosotros dejamos de ser el centro del mundo para nosotros mismos, ya que como dice Marco Aurelio, me vaya bien o me vaya mal el mundo seguirá siendo el mismo. También así el bien personal no está reñido con el bien general pues todos se unen en un mismo orden. Para poder identificar el bien los estoicos recurren a la teoría de las prenociones, que son categorías morales independientes de la experiencia. Es debido a ellas que espontáneamente podemos distinguir el bien y el mal. El mal debe de darse para que haya el bien ya que las cosas son inteligibles en función del contrario, así el mal deja de carecer de sentido para conseguir un estatus de ilustración.
La virtud se constituye como el único bien y el vicio como el único mal, el resto pasa a ser indiferente. Esto es porque el bien moral es el único que lo es en sí y no depende de otros, no es condicionado como el resto. Una vez que no dependemos de elementos externos el bien se muestra como una disposición, y no está ligado a las cosas como si se tratase de un premio.
Dividieron las virtudes en cuatro: Prudencia, justicia, valor y templanza. Enunciaron que la virtud llama a la virtud, y el vicio al vicio. De forma que si, por ejemplo, alguien es justo deberá de ser valiente para ejercer la justicia y templado para mantenerse en ella, con lo que también será prudente. Además establecen que generalmente la virtud se debe de ejercer con los demás como recalca Marco Aurelio que dice que no habrá acción virtuosa que no tenga en cuenta a los demás.
Como sistema el estoicismo tiene paradojas no superadas que sólo termina resolviendo mediante el dogmatismo, como la que surge en la identificación entre voluntad y juicio recto, llevándonos a tener que admitir que el sabio no podría ser virtuoso. Por ejemplo, no tendría el sabio que ser valiente ya que para vencer el temor a la muerte su juicio recto le abriría el camino sin obstáculos.
Nota: La foto de la entrada corresponde al emperador Marco Aurelio.
Este artículo fue publicado
el 12 abril 2010
y está archivado en las secciones
Estoicismo
. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través del
comments feed
.