Plotino rechaza a los gnósticos y además originará una reacción antignóstica, que comenzará en el S.III, contraria a la preponderancia que esta corriente había tenido durante el S.II. Aunque el mundo surge como emanación de la divinidad, es eterno y no es consecuencia de un acto libre. La materia, sustrato de lo corporal, ocupa el último lugar en las emanaciones de lo divino y se identifica con el mal. Dios se convierte en fuente del ser y no un simple demiurgo como lo era para los gnósticos.
Aunque Plotino es un neoplatónico sabe recoger influencias aristotélicas al establecer que lo mejor es limitado, por lo tanto el bien divino no es el que produce el mal. Es la materia la que impide la perfección al oponerse a la realización del alma, y aquí discurre la creencia de Plotino paralela a la anterior creencia gnóstica que creía que este mundo físico se opone al espiritual, con la diferencia que en Plotino el mundo físico no es necesariamente malo, sino que su carácter se basa en que tiende a distraernos de nuestras verdaderas motivaciones.
Contemplando la globalidad del universo se puede justificar el mal en las partes. El mal existe ya que la imperfección es inherente al mundo divino. El mal físico se explica por la finitud y la corrupción de las partes que componen el universo, que en su globalidad es eterno, ya que deriva de Dios. El mal moral se debe a la permanencia del alma en el cuerpo, que la margina, separándola de la vida divina. El alma pierde su libertad al entrar en el mundo corpóreo y así comienza su primera culpa, que se prolongará después en sus malas acciones y que deberá enderezar por sus propios méritos:
“No hay que culpar a la religión de que algunas [almas] no sean felices, sino a la incapacidad de aquéllas, pues no fueron capaces de competir noblemente en una prueba en la que hay premios prometidos a la virtud […]” Plotino, Enéadas III,2-5
Aunque Plotino es un neoplatónico sabe recoger influencias aristotélicas al establecer que lo mejor es limitado, por lo tanto el bien divino no es el que produce el mal. Es la materia la que impide la perfección al oponerse a la realización del alma, y aquí discurre la creencia de Plotino paralela a la anterior creencia gnóstica que creía que este mundo físico se opone al espiritual, con la diferencia que en Plotino el mundo físico no es necesariamente malo, sino que su carácter se basa en que tiende a distraernos de nuestras verdaderas motivaciones.
Contemplando la globalidad del universo se puede justificar el mal en las partes. El mal existe ya que la imperfección es inherente al mundo divino. El mal físico se explica por la finitud y la corrupción de las partes que componen el universo, que en su globalidad es eterno, ya que deriva de Dios. El mal moral se debe a la permanencia del alma en el cuerpo, que la margina, separándola de la vida divina. El alma pierde su libertad al entrar en el mundo corpóreo y así comienza su primera culpa, que se prolongará después en sus malas acciones y que deberá enderezar por sus propios méritos:
“No hay que culpar a la religión de que algunas [almas] no sean felices, sino a la incapacidad de aquéllas, pues no fueron capaces de competir noblemente en una prueba en la que hay premios prometidos a la virtud […]” Plotino, Enéadas III,2-5
Este artículo fue publicado
el 19 agosto 2010
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