El problema del mal en la historia del pensamiento: 13- Hegel, el Espíritu Absoluto como justificación.
Utilizando el presupuesto de “lo racional es lo real y lo real es lo racional” (“Principios de la filosofía del derecho”) Hegel, influenciado por Fichte en el concepto del Absoluto inherente en la conciencia humana que busca superar su finitud, piensa que en la síntesis filosófica es el hombre el que crea y el espíritu absoluto el que se manifiesta. En relación con el último es como se resuelve el problema del mal y es así como se integra dentro de la especulación filosófica, que es precisamente lo que Kant negaba.Kant, que en el S. XVIII había asumido el fracaso de la teodicea, había partido de la separación de la filosofía y la religión. Mediante la primera no se puede conseguir el conocimiento de Dios y mediante la segunda todo depende principalmente del acto de fe. En Hegel la autoconciencia representa el proceso de constitución del sujeto, con lo que, para comprender la religión y la moral hay que entenderlas en el proceso de autoconstitución del sujeto y del objeto.
Asume los dogmas y revelaciones del cristianismo como revelación positiva superando el “mal infinito” kantiano que piensa a Dios como “lo más allá” de lo finito humano. El hombre religioso conoce la verdad de Dios pero no se da cuenta de lo que sabe hasta que se lo indica la filosofía, que es la que pasa de la representación al concepto puro e ilustra la obra de Dios justificada en la historia humana: “Esa reconciliación sólo puede ser alcanzada por el conocimiento de que lo afirmativo y lo negativo desaparece como algo subordinado y es superado.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). Y es así como la teología pasa a establecerse como el “logos” de Dios. Frente al mal Dios queda justificado ya que éste sólo puede darse a lo largo de la historia: “La filosofía sólo debe de fijarse en el esplendor de la idea, que se refleja en la historia universal […] la historia universal, bajo el drama cambiante de los episodios, es este proceso evolutivo y el actual proceso real del Espíritu, es lo que constituye la verdadera teodicea” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel).
El mal tiene para Hegel un sentido distinto porque no consiste en hacer daño a otro, sino permanecer en un estadio primitivo sin integrarse en la totalidad. Desde esta perspectiva el mal físico deja de ser relevante al quedar integrado en el todo a base de depreciar al individuo: “En la historia universal no hay espacio para la felicidad. Los períodos de felicidad son sus páginas vacías, puesto que son épocas de concordia y de ausencia de contradicciones.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). “Pues la historia universal se mueve a un nivel superior que aquel en el que se asienta la moralidad, la cual pertenece a la reflexión privada […] Los hechos de los grandes hombres, personajes de la historia mundial, parecen justificados no sólo en su significado intrínseco e inconsciente, sino también desde el punto de vista de la historia mundial. Desde esta perspectiva es irrelevante e inapropiado elevar quejas morales contra los hechos mundiales históricos y sus agentes.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). Vemos entonces como la idea de la armonía preestablecida de Leibniz resurge: “[Es la] astucia de la razón, que deja actuar las pasiones para sí […] ya que lo particular es, la mayoría de las veces, muy limitado respecto de lo general, y hay que abandonar y sacrificar a los individuos.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel).
Nota: El cuadro es un retrato de Hegel hecho por Kakob Schlesinger en 1831
Asume los dogmas y revelaciones del cristianismo como revelación positiva superando el “mal infinito” kantiano que piensa a Dios como “lo más allá” de lo finito humano. El hombre religioso conoce la verdad de Dios pero no se da cuenta de lo que sabe hasta que se lo indica la filosofía, que es la que pasa de la representación al concepto puro e ilustra la obra de Dios justificada en la historia humana: “Esa reconciliación sólo puede ser alcanzada por el conocimiento de que lo afirmativo y lo negativo desaparece como algo subordinado y es superado.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). Y es así como la teología pasa a establecerse como el “logos” de Dios. Frente al mal Dios queda justificado ya que éste sólo puede darse a lo largo de la historia: “La filosofía sólo debe de fijarse en el esplendor de la idea, que se refleja en la historia universal […] la historia universal, bajo el drama cambiante de los episodios, es este proceso evolutivo y el actual proceso real del Espíritu, es lo que constituye la verdadera teodicea” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel).
El mal tiene para Hegel un sentido distinto porque no consiste en hacer daño a otro, sino permanecer en un estadio primitivo sin integrarse en la totalidad. Desde esta perspectiva el mal físico deja de ser relevante al quedar integrado en el todo a base de depreciar al individuo: “En la historia universal no hay espacio para la felicidad. Los períodos de felicidad son sus páginas vacías, puesto que son épocas de concordia y de ausencia de contradicciones.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). “Pues la historia universal se mueve a un nivel superior que aquel en el que se asienta la moralidad, la cual pertenece a la reflexión privada […] Los hechos de los grandes hombres, personajes de la historia mundial, parecen justificados no sólo en su significado intrínseco e inconsciente, sino también desde el punto de vista de la historia mundial. Desde esta perspectiva es irrelevante e inapropiado elevar quejas morales contra los hechos mundiales históricos y sus agentes.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel). Vemos entonces como la idea de la armonía preestablecida de Leibniz resurge: “[Es la] astucia de la razón, que deja actuar las pasiones para sí […] ya que lo particular es, la mayoría de las veces, muy limitado respecto de lo general, y hay que abandonar y sacrificar a los individuos.” (“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, Hegel).
Nota: El cuadro es un retrato de Hegel hecho por Kakob Schlesinger en 1831
Este artículo fue publicado
el 25 agosto 2010
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