Heráclito de Éfeso (parte 2): "oscuro", misántropo y la religión.
Se podría decir que Heráclito no dejó títere con cabeza entre sus contemporáneos al arremeter contra todos en mayor o menor medida. A Pitágoras lo llamó “iniciador de fraudes” en el fragmento 81. Sobre Homero dijo “que merecía ser expulsado de los concursos y apaleado, y Arquíloco lo mismo.”, (fr.42). En el fragmento 40 dice que “La mucha erudición (polymathíë) no enseña inteligencia [o comprensión]. De ser así se la hubiera enseñado a Hesíodo y Pitágoras y, a su vez, a Jenófanes y Hecateo”, algo que viene a representar el contraste que se daba en la época entre erudición y conocimiento. De forma similar a lo anterior se expresó sobre el resto de poetas y filósofos.
Se le conoce por “el oscuro”, algo que ya mencionaba Aristóteles, debido a lo paradójico de sus pensamientos y al hecho de estar expresados en aforismos aislados entre sí. Refiriéndose a esta equivocidad de Heráclito, Plotino decía: “Él parece hablar por medio de símiles, sin preocuparse de clarificar su significado, quizá porque, en su opinión, debemos buscar en nosotros mismos como él había buscado con completo éxito.”. Aunque el estilo expresivo de Heráclito tiene su origen en su propia personalidad, posiblemente él mismo lo reforzó de forma consciente al comprobar que los demás, aquéllos a los que despreciaba, no lo podían entender con claridad. Sin embargo Heráclito tenía la convicción de que la naturaleza era comprensible (al menos para unos pocos) y de que su significado se hallaba en el Logos (“Tú no llegarías a descubrir los límites del alma, aunque recorrieras todos los caminos: tan profundo es el logos que posee.”, fr. 45). Para Heráclito el logos era algo en lo que estaba expresado la verdad eterna y que se puede representar por palabras, pero que es independiente a ellas. Heráclito tenía el convencimiento de haber llegado a algún tipo de verdad absoluta, lo que derivó en su tono profético a la hora de expresarse. Esta vinculación religiosa no se quedaba simplemente en el tono. Unido al desprecio por los demás, Heráclito alababa lo vinculado a lo divino. Es por esto que en el fr.78 dice: ““La naturaleza humana no cuenta con pensamientos inteligentes, pero la naturaleza divina sí”, o en el fr. 83: “Comparado con Dios, el más sabio de los hombres parecerá un mono, en sabiduría, belleza y en todo lo demás.”.
Si los hombres distinguen entre lo bueno y lo malo, Dios contempla todo por igual: “Para Dios todas las cosas son bellas, buenas y justas, pero los hombres han supuesto que unas son injustas y otras justas.”, (fr. 102). En última instancia no existe pues diferencia entre las graduaciones humanas. “La misma cosa es en nosotros estar vivo o muerto, la vigilia y el sueño, y ser joven y viejo, porque estas cosas, cuando han cambiado, son aquéllas, y aquéllas, cuando han cambiado son éstas”, (fr. 88). Por esto: “Deberían arrojarse los cadáveres antes que el estiércol.”, (fr. 96); además de que “Lo que vemos cuando estamos despiertos es muerte, lo que vemos dormidos es sueño.”, (fr. 21).
En este tono religioso será el fuego el que se manifieste como agente resolutor. “El fuego vendrá, juzgará, y condenará todas las cosas”, (fr. 66). Porque ” A los hombres que mueren les aguardan cosas que no esperan ni se imaginan”, (fr. 27) Sin embargo la ley de cambio sin fin hace que la muerte no sea la desaparición total : “La muerte para las almas consiste en convertirse en agua” Y con una evidente influencia de del orfismo describe el proceso: “…pero de la tierra se origina el agua, y del agua el alma.”