Heráclito de Éfeso (parte 3): fragmentos para la "guerra" y los "contrarios".
Heráclito también asume la existencia de una identidad de los contrarios. Hesíodo, que consideraba al día como hijo de la noche, fue replicado por Heráclito: “Hesíodo es maestro de muchos hombres. Están seguros ellos de que conocía la mayoría de las cosas, un hombre que no reconocía ni el día ni la noche, puesto que son una sola cosa.” (fr. 57). De esta manera arriba y abajo son contrarios pero “El camino hacia arriba y hacia abajo son uno y el mismo.” (fr. 60). E igualmente “Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, saciedad y hambre.” (fr.67) Así se puede concluir que no sólo los extremos de un único género deben identificarse mutuamente, sino que el conjunto en su totalidad de los fenómenos aparentemente dispares evidencia una unidad esencial.
Esta identidad de los contrarios incluye para Heráclito una serie de relaciones:
-Sucesión y cambio recíprocos: “Las cosas frías se calientan, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece.” (fr. 126). “La misma cosa es en vosotros estar vivo o muerto, y la vigilia y el sueño, y ser joven y viejo, porque estas cosas, cuando han cambiado, son aquéllas y aquéllas, cuando han cambiado, son éstas.” (fr. 88)
-Relatividad respecto a quien lo experimenta. “El mar es el agua más pura y más contaminada, potable y saludable para los peces, no potable y mortífera para los hombres.” (fr. 61)
-En los valores, los contrarios se pueden ver exclusivamente en relación a sus propios contrarios. Es decir, no hay bueno sin malo (por ejemplo). “Es la enfermedad la que hace agradable y buen a la salud, el hambre a la saciedad, la fatiga al reposo.” (fr. 111)
-Los contrarios únicamente son aspectos diferentes de la misma cosa.
La guerra (lucha, tensión) resulta pues consecuencia inevitable de lo dicho anteriormente. “La Guerra es padre y rey de todo, y a unas cosas las muestra como dioses, a otras como hombres, a unas las hace esclavas, a otras libres.” (fr. 53). Resulta conveniente puntualizar que al llamar a la guerra “padre y rey de todo” Heráclito alude a los títulos homéricos aplicados a Zeus, sugiriendo de esta manera que el dios supremo no es Zeus, sino la guerra. “Hay que saber que la guerra es común y la justicia discordia, y que todas las cosas sucede según discordia y necesidad.” (fr.80).
La guerra es común, aunque también alude veladamente a Homero en su verso: “El que ha matado deberá morir también.”, porque el Logos es una ley de discordia y lucha de tensiones. El descanso significaría el desmoronamiento del Kósmos. Así pues Heráclito se rebelaba contra el ideal de un mundo pacífico y armonioso como el que postulaba Pitágoras. Para Pitágoras el estado mejor era aquel en el que las cualidades contrarias se habían mezclado.