Los estoicos se mantienen en un monismo teísta, defendiendo la armonía del cosmos que, al ser el cuerpo de Dios, es perfecto. Por lo tanto Cleantes y un amplio grupo de estoicos reaccionan contra Aristóteles y su Dios “ajeno” a la creación que es lo contrario a la postura que ellos mantienen.
Al estar Dios identificado con el cosmos, bien y el mal quedan ahí incluidos, haciendo por lo tanto inevitable el mal. Sabiendo que es irreversible la existencia del mal sólo queda amoldarse a esa circunstancia secundaria para poder mantenerse en armonía con lo demás y aprovecharla para sacar conocimiento de ella. Crisipo, en “De providentia”, nos da un ejemplo de esto: “[…] ¿Cómo podríamos captar lo que es la justicia si no hubiera injusticia? […]” . El camino será minimizar el dolor buscando la impasibilidad ante las circunstancias y no aceptar el mal como último desorden. Profundizando en el autocontrol ante el dolor (interno o externo) tendremos el camino que nos lleva hacia la ataraxia (Ἀταραξία).
El dolor ya no es un desorden sino que se integra dentro de la armonía universal y al tener sentido adquiere significado. Entonces el pecado se cimenta en no actuar según la razón, que es la que nos guía hacia lo global, liberándonos de lo particular.

Nota: La imagen corresponde a un busto de Cicerón.

Este artículo fue publicado el 16 agosto 2010 y está archivado en las secciones , . Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través del comments feed .

1 comentarios

Aquí Crisipo se refiere probablemente al mal como mera apariencia, pues un sistema que admita primeremente la identificación de Dios y el mundo, y en segunda la existencia de la providencia no puede contradecirse con algo así como el "Mal en el mundo". Los estoicos pensaban que todo estaba referido al Todo, y por lo tanto los males solo son aparentes y relativos, particulares; pues son necesarios para la economía del Cosmos. De ahí su definición de providencia.

17 abr 2012, 22:36:00

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